Hay días que todo se vuelve oscuro, Natanael, la noria gira y gira como mi cabeza buscando ese clavo ardiendo al que quiero agarrarme, pero es inútil, las cosas son como ellas quieren ser y por más que intento controlarlas se me escurren de entre las manos, como si fuese arena, y cada grano es una ilusión que se va.
Natanael, hoy necesitaba un te quiero, es un día de esos de color estaño, en los que la soledad te rodea por todas tus dimensiones y no te deja ni siquiera ver la noria. Hoy es un día sombrío o tal vez ni siquiera sea un día, y tengo ganas de que llegue la noche y dormir, y poder despertar en algún sitio donde al menos sienta el calor del sol. Natanael, tenía ganas de sentir, de llorar, de poder emocionarme con tus palabras, con tu sonrisa, con tu mirada.
A veces me pregunto porque apuro hasta la última gota, porque esta sed de no sé que licor, y siento que no me llega con esa botella y necesito otra y otra, estaré enfermo? Seré un drogadicto? Pero necesito esa sonrisa, esa mirada, ese brazo que me rodea el hombro en silencio.
Natanael, mañana será otro día y quizás no me de cuenta de aquel momento en que te hacía falta, y no me enteré de que llorabas y que me buscaste entre tus sombras y no me encontraste. Por esos momentos, te pido perdón y me siento triste por no haber podido ofrecerte ese brazo, esa sonrisa, esa mano cuyo calor hace que nos sintamos como algo importante para otros.
Hoy me siento raro, no me hagas mucho caso, seguro que se me pasa.
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