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jueves, 5 de noviembre de 2009

Cuando leas esto te daras cuenta de que me estoy mojando.



Santiago, 5 de Noviembre, llueve, lleva todo el día lloviendo, es Santiago, y es noviembre, lo raro sería lo contrario. En días como estos se hace difícil estar contento y conseguirlo es un logro para el espíritu, lo normal sería una buena depresión y pensar en esas cosas tristes que siempre están detrás de uno, y que a veces tratamos de ocultar.
Son las 17 y pienso en ti, Natanael, pienso en la soledad, en tu caminar silencioso, en esos ojos llorosos cuando te pierdes, en esa voluptuosa sensación de placer cuando todo es como tiene que ser. Me gusta sentirte cerca, aunque estés tan lejos, me gusta tu arranque de orgullo cuando dura cinco minutos, y ese sentimiento que hace que tu mirada sea tan desnuda.
Natanael, me gustaría darte una alegría que no te hubiese dado todavía ningún otro. No sé cómo dártela y, no obstante, poseo esa alegría. Quisiera dirigirme a ti más íntimamente que como lo ha hecho todavía ningún otro. Quisiera llegar a esa hora de la noche en que sucesivamente habrás abierto y luego cerrado muchos libros, buscando en cada uno de ellos más de lo que te haya revelado; hora en la que esperas todavía; en la que tu fervor va a convertirse en tristeza por no sentirse sostenido. Sólo escribo para ti; sólo escribo para esas horas. Quisiera escribir un libro del que te pareciera ausente todo pensamiento, toda emoción personal, en el que no creyeras ver sino la proyección de tu propio fervor. Quisiera acercarme a ti y que me ames. (Gide)
Solo encuentro palabras inútiles, quiero escribir los versos mas conmovedores de este mundo y solo arrastro palabras, quisiera decirte tantas cosas, que me quedo callado. Espero que en mi silencio encuentres lo que necesitas y que sirva para hacerte más feliz, porque este silencio es la única forma que tengo de decirte lo que siento y que no sería capaz de hacerlo con palabras inútiles.
Camino río arriba por un sendero de álamos y robles, el rumor del agua rompe entre mi corazón y mis brazos y me gustaría abrazarte y sentir tu pecho junto al mío, y seguir dándome cuenta que no estoy solo y saber que la noche llegará cargada de sueños irrepetibles, inalcanzables, que locura, Natanael, subir y subir a los espacios donde solo suben las sensaciones y quedarse quieto solo sintiendo, todo, sintiendo.
No sé porque hago esto, algún día de soledad me enteraré

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