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domingo, 28 de febrero de 2016

Postfacio para Menalcas

Hoy publicamos la última entrada de este blog que ha sido el confidente de nuestro padre en los últimos años: Nataniel.
Es una entrada final, triste, creemos que a él le hubiera gustado que el blog terminase con una despedida a la altura de sus comienzos. Sincera, desde el corazón, sin tapujos, una fase más del camino a Ítaca en soledad o rodeado de todos nuestros recuerdos y amigos.
Antes de comenzar queríamos agradeceros el sentir, el acompañamiento y las muestras de cariño de todos los que acudisteis, los que nos enviaron mensajes y los que en la distancia sentisteis nuestra pérdida como vuestra. Muchas gracias. 

Postfacio Menalcas por Julio Iglesias

Amigos:
Menalcas, el gran Menalcas, nos ha dejado. Ha hecho su atillo de peregrino y, ligero de equipaje, como también hiciera don Antonio Machado (Un poeta de la ética y de la renuncia al que él admiraba profundamente), se fue a recorrer los eternos senderos del silencio.
Pero, ¿nos ha abandonado? No, porque no abandona la vida quien con tanta intensidad amó la vida. Pues  si algo caracterizaba a Menalcas era la pasión con que vivió, y transmitió, ese difícil arte que es vivir en armonía y comprensión con las circunstancias que nos depara la existencia.
Y es ahí, en ese, aparentemente contradictorio, territorio de rebeldía juvenil y  madura aceptación, donde nos estará esperando siempre (lo estoy viendo, con su pícara y tímida sonrisa, advirtiéndonos de la futilidad de toda actitud extrema e irascible) en sus versos, en sus cuentos, en sus fotografías… Sí, es ahí, donde estará presente en nosotros.
Y allí donde estén los soñadores resplandecerán sus sueños, allí donde amen los enamorados fulgirá su amor, allí donde enseñen los sabios brillará su sabiduría, allí donde se expresen los amigos sonará el cálido y respetuoso rumor de su amistad…
A nosotros nos toca ahora recordar, entrar en los recuerdos y traerle a este aquí, a este ahora, para requerirle, como hacía Miguel Hernández (otro excelso poeta por el que sentía mucho apego) con su amigo Ramón Sijé, a los almendros de nata, porque tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
¡Ay, Menalcas! ¡Qué huérfanos nos ha dejado tu  marcha! Pero también, como cantó Jorge Manrique en sus coplas a la muerte de su padre, que harto consuelo nos ha dejado tu memoria.
Pues nos has mostrado el camino con el ejemplo de tu bondad, tu dignidad y tu valentía. Ojalá, algún día, podamos decir, con tu misma humildad: He aquí, postrado en su difícil y espléndida esencia, el hombre.   
Sabemos que estás esperándonos por los valles de la eternidad, con esa irónica aceptación, esa ingenua coquetería, ese expresivo silencio, esa tierna fraternidad, ese entregado amor…, para contarnos que la vida es un don maravilloso, y que ningún futuro debe enturbiarnos para que perdamos de vista este presente (con su pasado grabado en la memoria) que está en todos los lugares de nuestros corazones. Que para vivir y para morir no importa el tiempo ni el espacio —son meras reglas matemáticas que explican la realidad de la ciencia con su lógica de razones empíricas o especulativas— sino las percepciones de una verdad, por muy aparente e intuitiva que sea, que está registrada en nuestras conciencias atávicas, y que nos dice, a través de las emociones que se albergan en nuestro espíritu, que lo importante no es saber cómo funciona la máquina físico-química que mueve nuestros sentimientos, sino que lo que de veras importa es sentir cómo esos sentimientos nos llevan por los, a veces tortuosos y otras bonancibles, ríos del amor.
Hasta pronto, Menalcas.  


De su hija Paula:

El ascensor subía, nunca supe a qué planta. Tú me sujetabas la mano cuando aquella enfermera me preguntó cómo se iba a llamar. Yo respondí sin titubear: marta Sánchez. Tenía 3 años y es mi primer recuerdo contigo.
En el parque, te pegabas trozos de papel a los dedos que intercambiabas con los otros fingiendo que eran unas palomas que iban y venía. Los paseos por la playa en los días de las decepciones, de los desasosiegos, tú me llevaste por esos caminos donde me enseñabas que no era el fin del mundo y que algo mejor estaba por llegar. Yo te llevaba para darte energía y fuerza creyendo que algo mejor nos tocaba vivir.
Son muchos e innumerables. Todos dolorosos en este momento. Hoy hace 5 meses que dejaste de enviar whataspp preguntando qué tal, de llamadas para ver a dónde íbamos a comer y donde  se dormía la siesta después. Ya no escucho tu voz ni huelo tu olor.
Sé que en Ítaca, donde te encuentras, todo está bien. Ya no sientes dolor, ni decepciones porque la lucha no lleva a un resultado beneficioso, todo eran parches y todos los pusiste y los luchaste para que fueran una cura. Esas siestas en el hospital del sueño, mano a mano.
Gracias papá por ser valiente hasta el final, por luchar por la vida a pesar de los errores, por querer estar junto a nosotras tres en todos los buenos y malos momentos. Por enseñarnos a ser independientes, sabias y confiadas. A hacernos valer, a ser consecuentes con nuestras decisiones. A ayudarte a sentir aquellos lugares que te hubiera gustado vivir y el tiempo no te dejó. Gracias por ser como fuiste,  por cómo eres. Siento que no te llegué a conocer del todo, que se me han quedado muchas preguntas en el tintero. Las escribiré en una carta rumbo a Ítaca.
Te quiero. 

De su hija Marta:

Querido Nataniel:
Tú a mí no me conoces personalmente. Ahora mismo no importa. Conoces mi nombre, soy Marta. Me gusta por fin poder dirigirme al que ha sido el confidente de mi padre durante tanto tiempo. Algo tienes, Nataniel, que te hace digno de confianza de los más desconfiados.
No tengo, sin embargo, noticias geniales. Te escribo para decirte que esta es la última entrada de este blog. Menalcas ha sido tu amigo y tu compañero de viaje, pero él no sigue, así que el blog debe terminar.
Él ha pasado unas vacaciones casi tan buenas como las que pintaban la entrada anterior. Terrazas, playa, baños en el mediterráneo, familia y un sinfín de muy buenos amigos (no ibas a ser tú el único). Para ser justos a esto también hay que sumarle escalofríos, cuerpo destemplado y dolor en la cadera.
La vuelta a la vida real dejaba vacías las calles: metástasis en el hueso. Solución: radioterapia, 5 sesiones. Con ansia y siempre con muchísima esperanza nos sumergimos en la siguiente tarea de este gran viaje que casi es como Ulises tratando de volver a Ítaca… interminable. El dolor va desapareciendo. Sin embargo, solo hablo del de la cadera.
A la vuelta de vacaciones de la oncóloga, peores noticias. Vamos a interrumpir los tratamientos que te hacen más mal que bien. Porque esto sigue avanzando y ya le han puesto todas las quimios posibles sin mejores resultados. Desanimado, pero no del todo abajo.
Lo horrible llega cuando aparecen los vómitos constantes. Casi incapaz de retener una comida en el estómago. “Efectos de la radioterapia” decimos para consolarnos. Sabemos todos que no. Un día: sangre en el vómito y primera visita a urgencias. Después de una semana privándole de uno de sus mayores placeres en la vida: comer, determinan que no pasa nada malo y le envían a casa. Cuando ya no hubo vuelta de hoja ni marcha atrás fue el domingo pasado. Un edema pulmonar ponía al borde de la silla a todo el mundo y una segunda visita a urgencias confirma la tragedia inminente: el cáncer está muy extendido. No va a salir de esta.
Después del traslado al hospital oncológico aquí estamos: yo llegada hace menos de una semana de San Diego, mi hermana Paula con una baja indefinida y mi madre, que no va a casa desde el miércoles pasado pernoctando (a falta de que Morfeo nos venga a abrazar) con él mientras, sedado, da las últimas bocanadas de aire hospitalario con olor a morfina fotosensible.
La vista desde mi situación. Papá, Menalcas, mi amigo, mi consejero, mi ejemplo a seguir, una de las constantes de mi vida, luchando a cada suspiro, a cada latido de corazón por seguir con vida mientras por la ventana se ve un amanecer rojo que tiñe las nubes y una tuya con olor a manzana gallega que bloquea parte de las vistas a la ría, mamá sentada a su lado con los ojos hinchados de llanto y aún más lágrimas que los empañan y expresión completamente desolada y al lado de mi madre mi hermana le sostiene el hombro mientras le dice cuanto la quiere. Mamá se acerca a papá y le pide que nos deje, que vamos a estar bien, que busque a sus padres, que lo van a cuidar como lo cuidamos nosotras, que busque también a su suegro y le diga que no pasa día sin que ella piense en él, que busque a su hija muerta antes de nacer con 6 meses de gestación cuyos pulmones no pudieron desarrollarse y él mismo tuvo que llevar en una bolsa al laboratorio donde lo analizaron.
No se ha enterado de mucho, más bien de nada… pero nosotras sí. Hemos visto como ha pasado de tener ganas de salir a pasear (solamente dar unos pasos por la acera del oncológico) a un cuerpo sin vida al que abracé y que ya no era él, papá ya no estaba ahí. La boca se le quedó abierta de tanto tratar de respirar y los labios blancos. La punta de sus dedos empezaba a tornar amarilla cuando las enfermeras y la médico de guardia nos pidieron que saliéramos de la habitación.
Tanatorio… un montón de cosas que realmente no importan… como el tipo de flores que queremos poner o el tipo de caja que queremos. Aguantar que a mi madre la llamen “la viuda de” a menos de una hora de haber muerto su marido… tiene toda la vida para ser la viuda de… ahora llamémosla por su nombre, ¿les parece?
Funeral… El cura tenía prisa por acabar, aun con la iglesia llena de gente en silencio esperándonos a mí, a mi hermana y a mi madre… mirándonos con rabia y pena. Entre la voz del cura y una cinta grabada con todo lo que se supone que hay que decir, dejando un espacio en blanco para decir el nombre del fallecido, no había mucha diferencia.
Entierro… El cura preguntó al llegar el nombre del fallecido, no antes. Yo misma llevé sus cenizas para que las enterraran. Al enterrador le sonó el móvil 4 veces.
Sé que son empleos complicados, al fin y al cabo es gente que está haciendo un acto totalmente repetitivo y que ha perdido todo el significado que podía tener para ellos. Conviene recordárselo. Están enterrando a mi padre.
Lo único bueno de estos últimos días habéis sido vosotros; muchos vinisteis a despediros al hospital, cuando estaba vivo. Otros tantos no llegasteis a tiempo pero vinisteis al tanatorio a llorar con nosotras, a hacernos ver cuantísima gente quiere a nuestro papá y a juntaros con gente que hacía años que no veíais e incluso a apreciaros más, ya que empezasteis a daros cuenta de lo efímero de la vida.
Sé que mi padre es quien es, o era quien era, gracias a todos vosotros. No somos más que la suma de todas nuestras experiencias. A papá no lo educaron solamente su padre y su madre, lo educamos entre todos. Aprendió cosas de cada uno de nosotros y nos permitió que aprendiéramos mucho de él.
Ahora… Estamos tristes. Le echamos de menos. Está presente, no solo en nuestros recuerdos, sino en nuestras conversaciones, sin tapujos. Y si le echo de menos, lo digo y si quiero llorar, lloro. A veces se me secan los ojos, a veces me despierto con ellos hinchados y también hay otras veces que duermo la noche entera y lo único que pienso al levantarme es en ir a darle un beso a mi madre. Hay días y días. Sé que habrá un día en el que solo haya “días” y no solo tengo pensado verlos pasar sin pena ni gloria, quiero vivirlos, todos los días, con todos sus momentos. Eso es lo que yo he aprendido de mi padre. A vivir. A apreciar lo que tengo. A apreciar quien soy y como soy. A la gente que está a mi lado. Valorar mis recuerdos, aprender de ellos y mirar atrás con una sonrisa en la boca. Si vosotros habéis aprendido la enésima parte de esto… os felicito, ya podéis empezar a vivir.

Y para terminar, cómo no podía ser de otra forma, una canción, que siempre nos sonará en el corazón. Menalcas nos ha enseñado a escuchar el mundo a través de las voces de quienes en algún momento tuvieron algo que contar. 




Esperamos que allá donde estés te guste esta forma banal de cariño y de amor, tú sabes lo que eres para nosotros, ahora también lo sabe Nataniel.

Siempre contigo.

5 comentarios:

Dyhego dijo...

Me apena mucho la triste noticia.
Llegué un día, no sé ni cuándo ni cómo, a este blog, me gustó y me quedé. Me gustaban sus entradas sinceras, tranquilas, a veces; irritadas otras, según el tema del que estuviera tratando, pero siempre sinceras e interesantes.
Os toca pasar malos momentos, pero el tiempo, que todo lo cura, aunque sea un tópico, irá aliviando la pena y hará aflorar todos los buenos momentos de vuestra vida.
Desde Ítaca, Menalcas nos escuchará y sabrá que guardamos un grato recuerdo.

Mi más sentido pésame.

Diego Morales.

Anónimo dijo...

La verdad que frente a este blog vuelvo a llorar una vez más, demasiados días color estaño como tu decías han ammanecido últimamente.
El día que te fuiste la luna salió roja, de sangre, tu eras así tan especial tan difrente (que no diferente) que hasta en tu despedida tenías que llamar la atención. Gracias por dejarme compartir contigo una parte del camino (legistriones incluidos), espero verte al final de el con tu sonrisa franca y tu cara de niño grande. Gracias por ser en parte padre y en parte amigo no sabría decir la proporción, tampoco importa.
Hay personas especiales que enriquecen la vida de los demás, tu lo eras, no puedo más que estar agradecido por haberte conocido.
Me debes unos cuantos vinos que pienso cobrarme.

Un abrazo fuerte a todos que le queremos, estoy seguro que nos ve.


De su amado Guide: "Yo viví en la dulce y perpetua espera del azar. Comprendí que la sed de disfrutar que nace en cada momento de voluptuosidad, se anticipa al gozo, de la misma manera como existen respuestas listas para cualquier pregunta. Fui feliz cuando las fuentes de agua me revelaron que tenía sed....


Maximiliano

Unknown dijo...

Tan lejos estoy distante en palabras y conexion..vivir tus palabras las de todos ... tanta tristeza...marta amo a tu madre ..nunca sera facil siempre vais a llorar su ida pero su amor os llevara por caminos protegidos y su presencia con su luz iluminara los momentos de oscuridad ...quiero mucho a tu madre se lo diras con un abrazo de amor
Gori

Rubo dijo...

Preciosa despedida, a la altura de quien despedís.

Siempre que me acuerdo de vuestro padre me asoma una sonrisa, era un tipo que generaba buen rollo desde el primer momento en que lo conocías. Me acuerdo de muchas historias ...teorías ...preguntas absurdas ...y algo de trabajo.

El tiempo pasará y la tristeza que ahora lo cubre todo irá dejando sitio para que cuando os acordéis de vuestro padre, una sonrisa os vendrá a la cara inmediatamente.

Un abrazo fuerte para toda la familia, y al bueno de Menaclas donde quiera que estés ...gracias por todo Pruden!!

Rubo

Rubo dijo...

Precios despedida, a la altura de quien se despide.

Siempre que me acuerdo de vuestro padre me asoma un sonrisa, era un hombre que generaba buen rollo desde el primer momento en que lo conocías. Cuando lo conocí yo era un niñato recién salido de la carrera y el era "el jefe" (el jefe menos jefe que nunca se haya visto), recuerdo tardes dejándome el despacho lleno ..de humo primero ...de cáscaras de pipas después ...recuerdo sus historias ..teorías existenciales ...buenas comidas ... risas ...y algo de trabajo. Se ha ido un gran tipo, de esos que agradeces al destino que haya puesto en tu camino.

Un abrazo fuerte dondequiera que estés Menaclas ...gracias por todo!!
Rubo