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martes, 1 de febrero de 2011

Botas viejas



Hoy volví a salir a caminar con mis botas viejas, esas que nunca dicen nada, que estan acostumbradas a tus malhumores, a tus correrías, a tus sudores, a tus tropiezos, en fin te conocen más de lo que te piensas, al fin y al cabo han convivido más tiempo contigo que muchas personas, que dicen que te conocen.

Mis botas deben tener cerca de 10 años o tal vez más, ya protesté de aquella por el precio, me decía el dependiente: - Ahora parecen caras pero con el tiempo veras que hicistes una buena compra. Y no le faltó razón. Desde aquella caminaron conmigo en multitud de viajes e hicimos muchos caminos, conocimos amigos y enemigos, pisamos prados, barro, alguna que otra mierda y mucha carretera, soportó mi peso cuando estaba gordo, cuando llevaba la mochila, cuando iba sin equipaje y algún día de calor las odié tanto que tiré con ellas a la basura para inmediatamente volverlas a coger y también las odié cuando haciendo el camino de Santiago, me rozarón el tobillo haciendome sangrar, pero tendría sus razones, mucha piedra, imagino.
Ayer me dijo el medico que me tendrán que cortar los pies, si no me cuido, así que hoy las volví a calzar, cargué la mochila, salí a la calle y cogí rumbo al sur, allá donde se juntan las ilusiones y las alegrías, y no me importa que el camino sea largo, en todo caso lo que quiero es morir con las botas puestas.


Bueno, me dijo un amigo que dejara de llorar en el blog, así que sigo sin hacerle caso, quizás cuando él me lo haga a mi y espero que me acompañe en el camino.

2 comentarios:

Óptimus dijo...

Pues ojalá consigas salvar esos pies, a ese amigo y como no, todos tus sueños y esperanzas.

Un fuerte abrazo con mis mejores deseos Menalcas.

Anónimo dijo...

Hombre mejor los pies que otras cosas!