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domingo, 9 de enero de 2011

Mejor no pongo título

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito cuento querido Menalcas, pero la moraleja, es que tanto el joven como la princesa, deberían aprender que el orgullo, hay que tragárselo muchísimas veces a lo largo de la vida si quieres llegar a ser verdaderamente feliz.

Como dijo Voltaire en una ocasión: "Lo que llamamos casualidad, no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido"

Un saludo.

Óptimus dijo...

A veces estar solo no es por casualidad, otras si!

La vida es una constante toma de decisiones y cualquiera que hagamos acarrea unas consecuencias, de nosotros mismos depende el camino que tomemos en cada momento.

Precioso cuento el del post Menalcas. En mi modesta opinión ámbos protagonistas deben considerarse un poco irresponsables en la historia, una por cruel y el otro por orgulloso pero en todo caso, es una buena lección la que deberíamos aprender.

Un abrazo.