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martes, 5 de noviembre de 2013

Garachico

Cuenta la leyenda, allá en Tenerife, que había un pueblo llamado Garachico. Este pueblo estaba dividido en dos por un barranco, en la parte alta alta la zona de los ricos, calles con pavimentos de mármol, casas de maderas nobles, mucho cristal y vistas al océano atlántico, en la parte de abajo la zona pobre, allí vivían los pescadores, albañiles, las criadas de la zona rica, los que trabajaban el mármol y la madera, y sus mujeres y sus hijos. Sus casas eran de barro y tenían ventanucos para respirar.
Un día, los ricos viendo que los de la zona de abajo se estaban enriqueciendo demasiado y que incluso alguno ya había comprado algún solar en la zona noble, decidieron recortar sueldos y derechos. Los pobres protestaron, hicieron huelgas y un día fueron a rezar al Padre Teide. El Padre Teide es un volcán hace algún siglo apagado o lo parece.
El volcán escuchó los rezos y sintió tanto dolor que se le hizo una llaga en el costado, y un día que todo el pueblo pobre estaba de huelga, empezó a vomitar lava por la llaga. La lava cogió camino del pueblo y rápidamente alcanzó las marmoreas calles del Garachico rico, allí iba fundiendo todo lo que encontraba a su paso y acabó con toda la gente y sus casas que habitaban en la zona rica. Después siguió bajando y llegó al barranco y ya tomó camino hacía el mar, dejando sin tocar las casas de barro de la zona pobre.
Desde entonces el Padre Teide es venerado y adorado por todo el pueblo.
Lástima que no existan más de estos padres detrás de cada parlamento, palacio, urbanización marbellí y similares, enfín seguiremos rezando.

1 comentario:

Dyhego dijo...

Eso, eso, Menalcas. Y que la lava fosilice la caja de caudales de todos los que se han enriquecido iícitamente.
Salu2 teidanos.