Hay momentos en los que no soy capaz de explicar lo que siento, me gustaria decirte tantas cosas, Natanael, que se me atropellan en la cabeza y no puedo ni siquiera escribir. Me gustaria que supieras que cuando subi a lo alto de la montaña también mi alma estaba en ese alto, y aún sigue allí. Me gustaria que supieras que esas lágrimas que vistes en mis ojos no eran por el frio ni por la lluvia, eran porque contigo, Natanael, estaba viviendo uno de esos momentos mágicos que nunca se van a olvidar; me gustaria decirte que esos ratos tan normales, tan sencillos como un desayuno o un paseo bajo la lluvia han sido tan importantes y han engrandecido tanto mi espíritu, que hoy me siento como mas libre.
Natanael, ya sabiamos que lo importante era el camino, y que nunca nos amoldaremos a lo establecido, siempre existe el afan de crear y hacerlo diferente y menos mal que estaba Elías para volvernos a la realidad, porque nuestro camino nos podia haber llevado a no se sabe donde, lo que tampoco hubiera sido tan malo.
Hoy tengo la sensación de que el espíritu del camino me ha dicho que todo en la vida tiene su recompensa y que tarde o temprano te da lo que has buscado y quizas tambien lo que nos merecemos, y si, creo que después de todo esto, mi vida no va a cambiar, ni me he encontrado a mi mismo, tal vez porque ya sabía quien era, pero he notado que eso que se me debía, en cierto sentido, se me ha pagado.
Natanael, creo que aun sigo en lo alto del monte, entre nubes, entre orballo, entre esa sensación de paz y soledad que me embriaga y que me hace sentir lo que te quiero.
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